Saturday, January 16, 2016

Rayitos de California


Este año nuevo comenzó de una manera muy atípica. Había planeado recibirlo en Vancouver con unos amigos y a pesar de que no estaría con mi familia, no cabía de felicidad porque empezaría el 2016 en la ciudad de mis sueños. Suena genial ¿no? Sin embargo, no fue lo que sucedió. Mi hermano gentilmente me envió las llaves de su apartamento en Vancouver, pero estas llegaron tarde, muy tarde: llegaron el 31 de diciembre a las 4:00 pm. No pude ir a Vancouver. Eso no estaba en mis planes. ¡Oh no! No tenía con quien pasar el año nuevo. Mis amigos tenían sus planes con sus familias o estaban fuera de la ciudad. ¡Entre en pánico y hasta boté mis lagrimitas! Finalmente fui a una fiesta de venezolanos que conocía muy poco. Me sentí un poco rara. Todos estaban en su ambiente y con sus familias celebrando, sin embargo, a pesar de que me sentí muy extraña, estoy agradecida por haberme abierto las puertas a su fiesta. 

En fin... El caso es que con todo el asunto de las llaves y por una serie de detalles fastidiosos que no vale la pena mencionar, terminé cambiando el destino de mi viaje y me fui a San Francisco a visitar a mi hermano. A penas llegué a San Francisco agradecí que las llaves no llegaran a tiempo. El mal rato valió la pena. A veces los peores momentos, te pueden llevar a los mejores.   

San Francisco es una ciudad de ensueño. Creo que la puedo incluir en mi top 10 de ciudades favoritas. Es preciosa y su clima es una bendición. Dejé en Winnipeg la nieve, el frio y mi abrigo de invierno. Le dije hello a mi chaqueta de otoño y a sentirme bendecida por los rayos del sol. Me enamoré de Union Square, el downtown y de Fisherman's Wharf. En este último hasta comí langosta en un mercadito popular que hay allí. Como buena amante de la vida playera, me fasciné por su puerto y embarcaciones. También fui a la isla de Alcatraz. La historia de esta penitenciaria es simplemente genial, hasta Al Capone estuvo allí. Vale destacar que el corto viaje hasta la isla es lo máximo, pues además de sentir la brisa de mar en el rostro, ofrece una panorámica de la ciudad espectacular. ¡Oh cómo olvidar el Golden Bridge! Es simplemente genial y es increíble cómo impacta cuando cruza tu vista. 

La ciudad es súper cosmopolita y su arquitectura acogedora. Tiene centros comerciales gigantes y preciosos. Su gente es súper amable, de hecho yo llegué a la ciudad dos días antes que mi hermano y me quedé en un hotel en downtown y me trataron genial. Conocí gente súper agradable. Creo que podría vivir allí. 


Debo decir que reencontrarme con mi hermano también lo incluyo en los rayitos de sol que me traje de California. Creo que con él llego mi navidad y año nuevo. Cuando eres inmigrante la familia es la fuerza que te impulsa a seguir adelante y a no perder la fe. Regresé a Winnipeg renovada y con el combustible para empezar un año nuevo. Creo que por eso mi mejor consejo a los inmigrantes como yo, es que traten de hacer el esfuerzo de ir a casa para navidad o año nuevo y si no lo pueden hacer planifiquen con mucho tiempo para compartir las fiestas con amigos y así mantener la llama del optimismo viva. ¡Animo!