Cuando estás lejos de casa hay personas que se
convierten en tu familia rápidamente. Eso me ocurrió con Eliana. Ella solo
tiene 20 años, sin embargo, a veces es más madura que yo. Tiene chispa,
inteligencia y carisma. Eliana es colombiana, bogotana o rola como dicen por allá
en la hermana república.
El día que conocí a la gordis, como la llamo cariñosamente
porque no es precisamente gordita, conocí a la hermanita que nunca tuve e
incluso la hija que aún
no tengo. Nos presentaron en pleno invierno. Fue mi primera amiga en
Winnipeg. Debo decir que mis compañeros de clases son casi todos asiáticos, son
adorables, sin embargo, existe una brecha cultural muy grande. Entonces, cuando
conocí a la gordis nos emocionamos tanto al saber que éramos latinas y
venezolana y colombiana respectivamente que nos abrazamos y casi lloramos de la
felicidad. Sí, somos unas cursis de lo último y no nos da pena admitirlo.
Eliana fue mi mejor aliada durante el invierno.
Creo que mi hermanita putativa le trajo rayitos de sol al invierno y lo hizo más
llevadero. Íbamos a todas partes juntas. Peleábamos por cosas tontas como si
las arepas son venezolanas o colombianas, pero siempre terminábamos riéndonos de
nosotras mismas. También llorábamos juntas cuando extrañábamos nuestros países y
nos dábamos mucha fuerza para seguir adelante.
Eliana se devolvió a Colombia una vez que llegó el
verano y aun
cuando estamos a miles de kilómetros de distancia siempre estamos en contacto.
Mi hermanita sigue siendo unas de esas personas quien me recarga de energía cuando
las fuerzas me fallan y por si fuera poco a veces cree más en mi de lo que yo
misma lo hago. No, no es su cumpleaños, pero por todas las razones expuestas
anteriormente quise dedicarle este post y decirle: Gracias gordita! Te extraño y te quiero mucho
hermanita, hija querida.
No comments:
Post a Comment