Saturday, September 12, 2015

¡Volví a la vida!






El invierno fue duro, muy duro. En abril de este año terminé mi primer trimestre en la universidad, todavía nevaba y la sensación térmica era de -12 C. "¿Cuándo comienza aquí la primavera? ¿Qué hago aquí? ¿Tomé la decisión correcta?” Me preguntaba. Tuve un mes de vacaciones y mis últimos días los disfruté en Vancouver. Mi mejor medicina para ese invierno que vivía adentro y afuera de mí fue ese viaje.    

Apenas me bajé del avión sentí que todo cambió. Fui a visitar a mi hermano. Teníamos dos años y medio que no nos veíamos y reencontrarnos fue reconfortante. Cuando lo vi, lo abracé súper fuerte. Estar en familia no tiene precio. Por si fuera poco, estaba otra vez en la ciudad de mis sueños.

Cuando atravesé el hermoso puente que conecta el lugar donde se encuentra el aeropuerto con Vancouver, no podía creer la belleza de paisajes que tenía frente a mí. Esa hermosa ciudad otra vez se dibujaba ante mi vista: Playa, montañas y edificios modernos, full de vidrios y ventanales inmensos alegraban mi vista. 

No me canso de mencionar lo hermosa que es Vancouver. Esa ciudad me hace soñar y tiene una magia que me revitaliza. De hecho, antes de llegar me sentía perdida y esa visita me hizo recordar el camino de regreso a mis metas. Compartí mucho tanto como con mi hermano Luis como con Raúl, el hermano maravilloso que me regaló la vida, quien además es alguien que lleva la alegría y el éxito a flor de piel, así que estar cerca de ambos es súper divertido e inspirador.   

Todos los días tenían un plan para mí en la noche y trataban de almorzar conmigo. Ambos trabajan y durante el día me dediqué a recorrer nuevamente las calles de esa ciudad que me enamora. Ni por un minuto me sentí sola. ¿Quién se puede sentir sola ante esos paisajes espectaculares? Está difícil.  

Fueron nueve días maravillosos. Volví a repetirme: ¡Aquí es que quiero vivir! Así que regresé a Winnipeg con otra energía. Entendí que en este camino como inmigrante hay que hacer sacrificios, no puedes llegar de una a la meta saltando pasos previos. Regresé a Winnipeg muy feliz y con mucha fuerza, entendí que la ciudad donde vivo es solo parte del viaje que debo emprender para llegar a lo que quiero.  


  


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